sábado, 9 de mayo de 2015

Historia para letras del alfabeto en español e instrucciones para hacerlo

Historia para letras del alfabeto en español e instrucciones para hacerlo.

Historia para letras del alfabeto en español e instrucciones para hacerlo.
22 de octubre de 2014 a la(s) 9:17
RECORDAD: que hay que trabajar las letras como personajes, dibujar los personajes, y luego *escribir las letras siempre en mayúsculas de arriba abajo de izquierda a derecha y sin levantar el lápiz mientras la traza,tambien hay que tener en cuenta que hay letras como la M que salen de la tierra, es la montaña y una montaña sale de la tierra sube alcielo y vuelve a bajar formando un valle en la parte superior, igual ocurre con la N que tambien sale de la tierra.* Aunque en los casos de niños que se preparan para primaria en el sistema convencional podemos trabajar  mayúscula y minúsculas como hermanas mayores y menores. A a, E e, I i, O o, U u. Hacer lo mismo con las demás letras, pero no dentro de la historia, sino cuando escribe el niño las letras que ha aprendido ese día, formando un marco  amarillo alrededor de la hoja, y una línea amarilla para trabajar la letra sobre ella , este será el camino dorado y así el trabajo queda bien enmarcado.
Las fotos que se encuentran en la página web  de dibujos en pizarra, son mis dujos hecho para acompañar la historia, pero cada quien es libre de hacer sus propios dibujos.
Sería muy bueno que el niño, haga las letras con cera para moldear o plastilina casera, con barro, o escribirlas con el dedo en harina o pan rallado, o con tiza en el asfalto, o en el parque. Recuerden que  si llevan la experiencia dentro primero, luego les resultara más fácil hacerlo en el papel.
De vez en cuando, hago que mi hija dibuje el escenario de la historia que yo he hecho en la pizarra, y ellos se lo pasan muy bien, pero no seamos exigentes ellos tienen una manera distinta de expresarse en los dibujos,
Cuando le contemos la historia no hacerlo antes de ir a dormir, sino en otro momento del día, para eso podemos usar otros cuentos, y si hoy cuentas una parte de la historia, haz que escriba esa letra en distintos tamaños, y luego sobre una línea amarilla cada letra al menos una vez. al día siguiente puede escribir varias veces la misma letra, y aprender cómo se llama la letra y dibujar el personaje de la letra, cuando se enseñan muchas letras a la vez darle tiempo para hacer sus personajes, pues un personaje solo le llevara rato hacerlo. No forzarles, pues aprenden rápido y bien si se les da tiempo.
Hay cinco partes por ahora de la historia en esta nota, y creo que tres día para cada parte esta bien para que el niño aprenda bien cada letra.
En cuatro semanas puedes abordar las cinco parte.
MUY IMPORTANTE:
Si por un motivo relacionado con el colegio, (quizás el niño no va a una escuela waldorf, sino convencional),por ejemplo que le pidan a los padres que le vaya enseñando al niño las letras,(esto suele pasar en niños que vienen de  otro idioma) entonces , si  necesitamos enseñar al niño en poco tiempo, yo contaría una parte cada tres días, y le enseñaría las letras de la parte correspondiente en esos tres días , pero no le pediría que dibujase el personaje, esto lo dejaría a su elección en su tiempo libre.
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AVENTURA DEL PRINCIPE
Érase una vez, hace mucho tiempo, vivía un rey sabio y bueno,(R) en su castillo situado en un Valle.(V) Era un hombre muy amable y gobernaba bien su reino. Pero se estaba haciendo viejo y sabía que pronto sería hora de que su hijo, el príncipe, (P) para hacerse cargo de gobernar el reino.
Por desgracia, el príncipe era un chico bastante orgulloso. Se pavoneaba, lleno de pompa, se daba aires, y no era muy útil o agradable. El Rey y la Reina (R) estaban preocupados por el niño y no estaban seguros de que sería un buen rey. A veces, el Rey y la Reina  discutían sobre si el niño alguna vez  se convertiría en un rey adecuado. La Reina, que estaba muy gorda y que siempre  llevaba su corona , pensó largo y tendido acerca de su hijo.
Un día la reina tuvo una idea. Ella dijo: "Yo podría preguntarle a mi prima la Mujer Sabia si podría ayudarnos con el príncipe! Yo podría preguntarle si podría guiar a nuestro hijo y ayudarlo a crecer y llegar a ser un buen gobernante”.
"Sí, que es una idea maravillosa!" Exclamó el rey. "Eso es lo que necesita el Príncipe. Él tiene que ir en una búsqueda, un viaje, y descubrir el secreto para convertirse en un buen rey ".
Las peleas  entre el rey y la reina  fueron olvidadas rápidamente y un mensajero fue enviado a preguntar a la sabia mujer que vivía en el mundo de las ondas,  para que viniese rápidamente.
Pasó una semana. La reina y el rey esperaron ansiosamente, preguntándose si la mujer sabia vendría a ayudarlos. Por último, a lo lejos, la vieron llegar. Montaba un caballo blanco y llevaba maravillosas batas azules que fluían como las olas del mar donde estaba su casa.
"Estoy aquí," dijo.
"Sí, bienvenida, prima," dijo el Rey y la Reina. Y le explicaron su situación.
"Yo te ayudaré. Voy a tomar el niño en una búsqueda y cuando regresemos estará listo para gobernar el reino. Tengo una petición ", dijo la mujer sabia.
"Qué es? Pregunte y le ayudaremos ", exclamó el rey y la reina.
"Necesito tener 5 estrellas de oro hechas por mí. Cuando están listss, el Príncipe y yo emprenderemos nuestra búsqueda ".
Y así se hicieron las estrellas, martilleando  láminas de oro. Cada estrella brillaba y brillaba.
La mujer sabia examinó cuidadosamente cada estrella, y luego las puso en su bolsa de color púrpura. Ella las guardó distancia con cuidado.
"Estoy listo. Traiga el Príncipe ante mí ", declaró.
(Trabajamos la R de Rey y Reina , la P de principe, y la M de mujer sabia, y la V de valle.)
2ª Parte
El príncipe preguntó qué estaba pasando cuando fue convocado a la gran sala donde el Rey y la Reina estaban sentados en sus tronos. Él se sorprendió al ver  ala mujer sabia, pues rara vez visitaba el castillo.
"Mi hijo, mi querido hijo," dijo el rey. "Va a ir con su pariente, la mujer sabia, en un viaje y no regresará hasta que esté listo para gobernar este reino."
El príncipe no estaba contento con este pronunciamiento. No tenía ningún deseo de abandonar el castillo - le gustaba jugar con los cortesanos, comer buena comida y beber vino y para descansar en cojines de seda. Y se iba a marchar  con esta mujer extraña? Él abrió la boca para protestar, pero el rey lo interrumpió.
"Usted sale mañana por la mañana al amanecer", y todos, excepto el Príncipe salieron de la sala.
"No, esto no es lo que quiero hacer.¿ Caminar por el reino? Yo podría mojarme o ensuciarme! Esto no es digno de un príncipe! "Le dio una patada a un rasguño en el suelo de mármol con petulancia y miró a su alrededor para saber qué hacer.
De repente vio a su amigo el Juglar en la habitación contigua.
"Jasper! Jasper, mi amigo, dime una broma, haz malabares para mí! Estoy muy contento. Únete a mí durante unos minutos y anímame ", dijo el príncipe.
"Por supuesto, por supuesto", se rió el alegre Juglar. "Voy a contarte una historia ... déjame ver, déjame ver ..." y  se froto su estómago  mientras reía.
"Ya sé - he aquí una buena ... Alguna vez te he contado la historia del Ganso  de oro? No? Bueno, ahora usted escuche ... "
[Cuente la historia de la Ganso de oro]
La oca de oro(sustituir Oca por Ganso)
Un cuento de los hermanos Grimm
8.5/10 - 147 votos

Un hombre tenía tres hijos, al tercero de los cuales llamaban "El zoquete," que era menospreciado y blanco de las burlas de todos. Un día quiso el mayor ir al bosque a cortar leña; su madre le dio una torta de huevos muy buena y sabrosa y una botella de vino, para que no pasara hambre ni sed. Al llegar al bosque encontróse con un hombrecillo de pelo gris y muy viejo, que lo saludó cortésmente y le dijo: - Dame un pedacito de tu torta y un sorbo de tu vino. Tengo hambre y sed. El listo mozo respondió - Si te doy de mi torta y de mi vino apenas me quedará para mí; sigue tu camino y déjame -y el viejo quedó plantado y siguió adelante. Se puso a cortar un árbol, y al poco rato pegó un hachazo en falso y el hacha se le clavó en el brazo, por lo que tuvo que regresar a su casa a que lo vendasen. Conesta herida pagó su conducta con el hombrecillo. Partió luego el segundo para el bosque, y, como al mayor, su madre lo proveyó de una torta y una botella de vino. También le salió al paso el viejecito gris, y le pidió un pedazo de torta y un trago de vino. Pero también el hijo segundo le replicó con displicencia: - Lo que te diese me lo quitaría a mí; ¡sigue tu mí; ¡sigue tu camino! ­y dejando plantado al anciano, se alejó. No se hizo esperar el castigo. Apenas había asestado un par de hachazos a un tronco cuando se hirió en una pierna, y hubo que conducirlo a su casa.Dijo entonces "El zoquete": - Padre, déjame ir al bosque a buscar leña. - Tus hermanos se han lastimado -contestóle el padre-; no te metas tú en esto, pues no entiendes nada. Pero el chico insistió tanto, que, al fin, le dijo su padre: -Vete, pues, si te empeñas; a fuerza de golpes ganarás experiencia. Diole la madre una torta amasada con agua y cocida en las cenizas. y una botella de cerveza agria. Cuando llegó al bosque se encontró igualmente con el hombrecillo gris, el cual lo saludó y dijo: - Dame un poco de tu torta, y un trago de lo que llevas en la botella, pues tengo hambre y sed. - No llevo sino una torta cocida en la ceniza y cerveza agria -le respondió "El zoquete"-; si te conformas, sentémonos y comeremos. Y se sentaron. Y he aquí que cuando el mozo sacó la torta, resultó ser un magnífico pastel de huevos, y la cerveza agria se había convertido en un vino excelente. - Puesto que tienes buen corazón y eres generoso, te daré suerte. ¿Ves aquel viejo árbol de allí? Pues córtalo; encontrarás algo en la raíz -. Y con estas palabras, el hombrecillo se despidió. "El zoquete" se encaminó al árbol y lo árbol y lo derribó a hachazos, y al caer apareció en la raíz una oca de plumas de oro puro. Se la llevó consigo y entró en una posada para pasar la noche. El dueño tenía tres hijas, que, al ver la oca, sintieron por ella una gran curiosidad, y el deseo de poseer una de sus plumas de oro. La mayor pensó: "Será mucho que no encuentre una oportunidad para arrancarle una pluma," y, un momento en que el muchacho salió de su cuarto, sujetó la oca por un ala; pero los dedos y la mano se le quedaron pegados a ella. Pronto acudió la segunda, con la idea de llevarse también una pluma de oro; pero no bien tocó a su hermana quedó pegada a ella. Finalmente, fue la tercera con idéntico propósito, y las otras le gritaron: - ¡Apártate, por Dios Santo, apártate! Pero ella, no comprendiendo por qué debía apartarse y pensando que si sus hermanas estaban allí, también ella podía estar, se acercó y, apenas hubo tocado a la segunda, quedó asimismo aprisionada sin poder soltarse. Y así tuvieron que pasarse la noche pegadas a la oca. A la mañana, "El zoquete," cogiendo el animal bajo el brazo, emprendió el camino de su casa, sin preocuparse de las tres muchachas, que lo seguían quieras o no, haciendo eses, según le llevaban a él las piernas. En medio del campo se encontraron con el señor cura, quien, al ver la al ver la comitiva, dijo: - ¿No os da vergüenza, descaradas, correr de este modo tras este joven en despoblado? ¿Os parece decente? Y sujetó a la menor por la mano con intención de separarla; pero no bien la tocó, quedó a su vez enganchado y hubo de participar también en la carrera. Al poco rato acertó a pasar el sacristán, y, al ver al señor cura que seguía a las muchachas, sorprendido dijo: - ¿Y pues, señor cura, adónde va tan de prisa? ¿Se ha olvidado de que hoy tenemos un bautizo? -y corriendo hacia él, lo cogió de la manga, quedando asimismo sujeto. Trotando así los cinco, topáronse con dos labradores que, con sus azadones al hombro, regresaban del campo. Llamólos el cura, pidiéndoles que lo desenganchasen, a él y al sacristán; pero no bien hubieron tocado los hombres a este último, ¡helos también aprisionados! Y ya eran siete los que corrían en pos de "El zoquete" y su oca. Poco después llegaron a una ciudad, cuyo rey era padre de una hija tan seria y adusta, que nadie, había logrado hacerla reír. Por eso el Rey había hecho pregonar que daría la mano de la princesa al hombre que fuese capaz de provocar su risa. Al enterarse de ello, "El zoquete," arrastrando todo su séquito, se presentó a la hija del Rey, y al ver ella aquella hilera de siete personas corriendo sin parar una tras otra, se echó a reír tan a reír tan fuerte y tan a gusto, que no podía cesar en sus carcajadas. Entonces "El zoquete" la pidió por esposa. Pero el Rey, al que no gustaba aquel yerno, opuso toda clase de objeciones, y, al fin, le dijo que antes debía traerle a un hombre capaz de beberse todo el vino que cabía en la bodega de palacio. Pensó el joven en su hombrecillo del bosque y fue a pedirle ayuda. Y he aquí que en el mismo lugar donde cortara el árbol vio sentado a un individuo en cuyo rostro se pintaba la aflicción. Preguntóle "El zoquete" el motivo de su pesar, y el otro le contestó: - Sufro de una sed terrible, que no puedo calmar de ningún modo. No puedo con el agua fría, y aunque me he bebido todo un tonel de vino, ¿qué es una gota sobre una piedra ardiente? - Yo puedo remediar esto -díjole el joven-. Vente conmigo y te prometo que beberás hasta reventar. Y así diciendo, lo condujo a la bodega real, donde el hombre la emprendió, bebe que te bebe, con las voluminosas cubas, hasta que ya le dolían las caderas, y antes de que se hubiese terminado el día, había vaciado toda la bodega. "El zoquete" acudió nuevamente a reclamar su novia; pero el Rey, irritado al pensar que un mozalbete que todo el mundo tenía por tonto se hubiese de llevar a su hija, púsole una nueva condición. Antes debía condición. Antes debía encontrar a un hombre capaz de comerse una montaña de pan. No se lo pensó mucho el mozo, sino que se dirigió inmediatamente al bosque, y en el mismo lugar que antes, encontró a un hombre ocupado en apretarse el cinturón y que, con cara compungida, le dijo: - Me he comido toda una hornada de pan. Pero, ¿qué es esto para un hambre como la que yo tengo? Mi estómago sigue vacío, y no me queda más recurso que apretarme el cinturón para no morirme de hambre. Díjole "El zoquete" muy contento: - Vente conmigo y te vas a hartar. Y lo llevó a la corte del Rey, el cual había mandado reunir toda la harina del reino y cocer con ella una enorme montaña de pan. El hombre del bosque se situó enfrente de ella, empezó a comer, y, al ponerse el sol, aquella enorme mole había desaparecido. Por tercera vez reclamó "El zoquete" a la princesa; pero el Rey, buscando todavía dilaciones, le exigió que le trajera un barco capaz de ir por tierra y por agua. -En cuanto llegues navegando en él -díjole-, mi hija será tu esposa. Nuevamente se encaminó el muchacho al bosque, donde lo aguardaba el viejo hombrecillo gris con quien repartiera su torta, y que le dijo: - Para ti he comido y bebido, y ahora te daré el barco. Todo eso lo hago porque fuiste compasivo conmigo. Y le dio el barco que iba barco que iba por tierra y por agua; y cuando el Rey lo vio, ya no pudo seguir negándose a entregarle a su hija. Celebróse la boda; a la muerte del Rey, "El zoquete" heredó la corona, y durante largos años vivió feliz con su esposa.

* * * FIN * * *
"Ohh", dijo el Príncipe, "Ohhh, Es una  una buena historia."
¿Ya te has ganado una estrella de oro! Y ni siquiera hemos dejado el castillo todavía! ", Sonrió la mujer sabia al entrar en la sala donde se sentaron el príncipe y el bufón.
"Esa fue una buena historia. Estoy satisfecho ", dijo el príncipe.
"Sí," dijo la mujer sabia y ella le entregó una estrella con una letra redonda sobre su mano.
"0", dijo el príncipe.
"0", dijo la mujer sabia. "Manténgalo cerca de su corazón."
Y el príncipe se metió la primera estrella de oro de forma segura en el bolsillo de la camisa, cerca de su corazón.
(Hacemos una estrella dorada y escribimos dentro la O , trabajamos , la J de juglar y la G de ganso) .
3ª parte de la historia.
Y así, el príncipe y la mujer sabia partieron en su búsqueda. El príncipe estaba lleno de preguntas y quejas. "¿Por qué tengo que hacer esto? ... ¿A dónde vamos? ... ¿Qué encontraremos? ... Estoy muy acalorado demasiado... Estoy muy cansado ..."
La mujer sabia simplemente sonrió suavemente hacia él, pero no respondió. Ella comenzó a caminar con pasos seguros, disfrutando del sol y el canto de los pájaros que pasaban. El príncipe se tambaleó, no teniendo cuidado de  donde ponía sus pies, no  sentía el calor del sol, no escuchaba a los pájaros.
Varias veces el príncipe se dejó caer en un ataque en el suelo, gritando que no debería tener que hacer esto, que él era un príncipe - y seguramente un príncipe debe sentarse en cojines de seda y comer comida delicada, no ir vagando por el campo . Miró esperanzado a la mujer sabia que estaba sentada tranquilamente a su lado, escuchando pero sin hablar. Ella había estaba tejiendo y él observó por unos momentos.
"¿Por qué haces esto?", Preguntó.
Así puedo tranquilizar mi mente ", respondió ella.
"¿Por qué quieres a aquietar la mente?", Preguntó el príncipe, sorprendido.
"Para que yo pueda oír mi corazón", dijo la mujer sabia.
"Escuchar tu corazón? ¿Qué dice tu corazón? El mío dice nada ", dijo el príncipe.
"Estás seguro? ¿No oyes algo ahí? ", Preguntó la mujer sabia.
"Oh - oh sí. Oigo ... oigo 'O'. 0 Me hace sentir  tranquilo. Me siento tranquilo ", dijo el príncipe lentamente.
La mujer sabia sonrió de nuevo mientras tejía.
Después de mucho tiempo se levantaron y continuaron su viaje. Estaba oscureciendo y la tierra se estaba poniendo más árida. En lugar de prados agradables y suaves colinas, la tierra se estaba volviendo áspera e irregular, con los cantos rodados esparcidos por  barrancos que cortaban la tierra.
Ellos estaban en el suelo y se durmieron. El príncipe daba vueltas, pero la mujer sabia dormía pacíficamente.
A la mañana siguiente se pusieron en marcha y pronto estaban en las montañas. Había muchas, muchas montañas y estaban cubiertas de una espesa niebla húmeda. Era difícil de ver y el Príncipe gritó más de una vez por el miedo.
"No me gusta esto, yo quiero volver", gritó el príncipe, pero la mujer sabia susurró algo para animarle y tranquilizarle.
Pronto llegaron a una montaña  particularmente alta. El príncipe inclinó la cabeza hacia atrás mientras miraba para ver su parte superior.
"Mira - una puerta, veo una puerta", exclamó el príncipe.
"¿Qué puede ser?", Preguntó la mujer sabia.
"¡Oh, no - es una puerta y estoy seguro de que es una puerta a un calabozo! Un calabozo oscuro y húmedo! ! Una mazmorra llena de dragones "jadeó el Príncipe.
"Venga, vamos a ver", dijo la mujer sabia con calma mientras subían la empinada senda que conduce a la puerta.
El príncipe hizo una pausa. Él miró atrás, a donde habían venido. ¿Debería continuar? ¿Debía huir, correr de vuelta a su castillo? No, pensó. Puedo hacerlo. Apretó los dientes, siguió a la mujer sabia y continuó hacia arriba, cada vez más alto en las grandes montañas.
Finalmente llegaron a la puerta.
"¿Va a abrir?", Preguntó la mujer sabia.
"Eeeeeh!", Gritó el príncipe. "Tengo miedo."
¿Quieres abrirlo? ", Preguntó la mujer sabia de nuevo.
Poco a poco, el príncipe puso la mano en el pomo de la puerta. Le dio la vuelta. Abrió la puerta lentamente.
No era una mazmorra. No era oscuro o húmeda. No había dragones.
En su lugar, se abrió la puerta a un pasillo, suavemente iluminado por luz suave y cristales fijados en las paredes. En el otro extremo del príncipe pudo ver que el pasadizo desembocaba en un prado soleado. Podía ver las flores entre las hierbas altas y podía oler ellos también. Podía oír a los pájaros cantar.
(Parte añadida por mí para introducir otras letras  ya que el libro es en inglés y no siempre coinciden las letras que debemos enseñar con las palabras en español.
En el prado el príncipe encontró un árbol hermoso llamado Drago ,y otro árbol cuyo tronco le recordaba a su amiga Kika, con la que solía divertirse mucho en el reino.
Corrió por el pasillo y en el prado. La mujer sabia siguió, sonriendo. Le entrego algo a él “la segunda estrella de oro”.
"¿Qué has dicho antes de abrir la puerta?" ", Preguntó la mujer sabia.
"Eeeee," dijo el Príncipe. "Sentí miedo."
"Eeeee", dijo la mujer sabia. “Sentiste miedo y  lo dominaste. Mantenga esta cerca de su corazón ".
Y el príncipe se metió la segunda estrella de oro de forma segura en el bolsillo de la camisa, cerca de su corazón.
(Trabajamos las letras E, D y K. Hacer una estrella de oro con E en él y pegar en el libro.
Hacer una montaña con una puerta: utilizar dos trozos de papel pintura. Pinte la pieza de fondo morado, la pieza frontal de color rojo, azul o pálido púrpura. Cortar la pieza frontal a la forma de algunas montañas. Dibuje una gran M en ellos. Usando el exceso de papel u otra hoja, cortar una forma de D con un colgajo para que pueda adjuntarlo a la montaña. Pintar un color adecuado y adjuntar a la montaña. Asegúrese de que se puede abrir).
(Otra parte retocada por necesidad).
El príncipe se dio cuenta de que había una escalera en forma de Xilófono, y bajaron por ella.
El príncipe y la mujer sabia siguieron adelante con su viaje. El príncipe se echó a reír de alegría al sentir el calor del sol en su cara - todas sus angustias de antes fueron olvidadas. Recogió las flores y persiguió las mariposas y se rió y cantó.
Después de caminar tanto, durante varias horas, se encontraron con la dama Lavanda. Ella era  la que recolectaba las flores y estaba de pie alta y recta cuando se acercó al príncipe y la mujer sabia. Su vestido largo de color lavanda era largo y descansaba a la derecha..(L)
"Saludos, señora," dijo la mujer sabia y el Príncipe.
"Saludos, mis amigos. ¿Qué les trae a este prado ? ", Preguntó la señora.
"Estamos en una búsqueda. Este príncipe está tratando de aprender a gobernar su reino ", respondió la mujer sabia.
"Ah. Una búsqueda. Yo también fui en una búsqueda hace muchos años. Vengan, vengan a mi casa y nos sentaremos y compartir una comida. A continuación  les voy a contar una historia ".
Ella sonrió y se los llevó a su casa que se encontraba en una montaña llamada Wou , entre dos valles. Subieron por la montaña y entraron en la casa, en la que encontraron un Hogar (H) precioso, y en la mesa había bebida y queso, y un cuchillo montañero reposaba entre las porciones de queso.(Q)
Estaba oscureciendo  y la Dama encendió una lámpara mientras se sentaban alrededor de la mesa. Comieron y luego la señora se sentó en su silla suave cerca del fuego. Ella les contó la historia de la Madre Nieve.(N)(Contar la historia.)
Madre Nieve (Frau Holle)
Un cuento de los hermanos Grimm
8.2/10 - 249 votos

Cierta viuda tenía dos hijas, una de ellas hermosa y diligente; la otra, fea y perezosa. Sin embargo, quería mucho más a esta segunda, porque era verdadera hija suya, y cargaba a la otra todas las faenas del hogar, haciendo de ella la cenicienta de la casa. La pobre muchacha tenía que sentarse todos los días junto a un pozo, al borde de la carretera, y estarse hilando hasta que le sangraban los dedos. Tan manchado de sangre se le puso un día el huso, que la muchacha quiso lavarlo en el pozo, y he aquí que se le escapó de la mano y le cayó al fondo. Llorando, se fue a contar lo ocurrido a su madrastra, y ésta, que era muy dura de corazón, la riñó ásperamente y le dijo: "¡Puesto que has dejado caer el huso al pozo, irás a sacarlo!" Volvió la muchacha al pozo, sin saber qué hacer, y, en su angustia, se arrojó al agua en busca del huso. Perdió el sentido, y al despertarse y volver en sí, encontróse en un bellísimo prado bañado de sol y cubierto de millares de florecillas. Caminando por él, llegó a un horno lleno de pan, el cual le gritó: "¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí, que me quemo! Ya estoy bastante cocido." Acercóse ella, y, con la pala, fue sacando las hogazas. Prosiguiendo su camino, vio un manzano cargado de manzanas, que le gritó, a su vez: "¡Sacúdeme, sacúdeme! Todas las manzanas estamos ya maduras." Sacudiendo ella el árbol, comenzó a caer una lluvia de manzanas, hasta no quedar ninguna, y después que las hubo reunido en un montón, siguió adelante. Finalmente, llegó a una casita, a una de cuyas ventanas estaba asomada una vieja; pero como tenía los dientes muy grandes, la niña echó a correr, asustada. La vieja la llamó: "¿De qué tienes miedo, hijita? Quédate conmigo. Si quieres cuidar de mi casa, lo pasarás muy bien. Sólo tienes que poner cuidado en sacudir bien mi cama para que vuelen las plumas, pues entonces nieva en la Tierra. Yo soy la Madre Nieve." Al oír a la vieja hablarle en tono tan cariñoso, la muchacha cobró ánimos, y, aceptando el ofrecimiento, entró a su servicio. Hacía todas las cosas a plena satisfacción de su ama, sacudiéndole vigorosamente la cama, de modo que las plumas volaban cual copos de nieve. En recompensa, disfrutaba de buena vida, no tenía que escuchar ni una palabra dura, y todos los días comía cocido y asado. Cuando ya llevaba una temporada en casa de Madre Nieve, entróle una extraña tristeza, que ni ella misma sabía explicarse, hasta que, al fin, se dio cuenta de que era nostalgia de su tierra. Aunque estuviera allí mil veces mejor que en su casa, añoraba a los suyos, y, así, un día dijo a su ama: "Siento nostalgia de casa, y aunque estoy muy bien aquí, no me siento con fuerzas para continuar; tengo que volverme a los míos." Respondió Madre Nieve: "Me place que sientas deseos de regresar a tu casa, y, puesto que me has servido tan fielmente, yo misma te acompañaré." Y, tomándola de la mano, la condujo hasta un gran portal. El portal estaba abierto, y, en el momento de traspasarlo la muchacha, cayóle encima una copiosísima lluvia de oro; y el oro se le quedó adherido a los vestidos, por lo que todo su cuerpo estaba cubierto del precioso metal. "Esto es para ti, en premio de la diligencia con que me has servido," díjole Madre Nieve, al tiempo que le devolvía el huso que le había caído al pozo. Cerróse entonces el portal, y la doncella se encontró de nuevo en el mundo, no lejos de la casa de su madre. Y cuando llegó al patio, el gallo, que estaba encaramado en el pretil del pozo, gritó:
"¡Quiquiriquí,nuestra doncella de oro vuelve a estar aquí!"
Entró la muchacha, y tanto su madrastra como la hija de ésta la recibieron muy bien al ver que venía cubierta de oro.

Contóles la muchacha todo lo que le había ocurrido, y al enterarse la madrastra de cómo había adquirido tanta riqueza, quiso procurar la misma fortuna a su hija, la fea y perezosa. Mandóla, pues, a hilar junto al pozo, y para que el huso se manchase de sangre, la hizo que se pinchase en un dedo y pusiera la mano en un espino. Luego arrojó el huso al pozo, y a continuación saltó ella. Llegó, como su hermanastra, al delicioso prado, y echó a andar por el mismo sendero. Al pasar junto al horno, volvió el pan a exclamar: "¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí, que me quemo! Ya estoy bastante cocido." Pero le replicó la holgazana: "¿Crees que tengo ganas de ensuciarme?" y pasó de largo. No tardó en encontrar el manzano, el cual le gritó: "¡Sacúdeme, sacúdeme! Todas las manzanas estamos ya maduras." Replicóle ella: "¡Me guardaré muy bien! ¿Y si me cayese una en la cabeza?" y siguió adelante. Al llegar frente a la casa de Madre Nieve, no se asustó de sus dientes porque ya tenía noticia de ellos, y se quedó a su servicio. El primer día se dominó y trabajó con aplicación, obedeciendo puntualmente a su ama, pues pensaba en el oro que iba a regalarle. Pero al segundo día empezó ya a haraganear; el tercero se hizo la remolona al levantarse por la mañana, y así, cada día peor. Tampoco hacía la cama según las indicaciones de Madre Nieve, ni la sacudía de manera que volasen las plumas. Al fin, la señora se cansó y la despidió, con gran satisfacción de la holgazana, pues creía llegada la hora de la lluvia de oro. Madre Nieve la condujo también al portal; pero en vez de oro vertieron sobre ella un gran caldero de pez. "Esto es el pago de tus servicios," le dijo su ama, cerrando el portal. Y así se presentó la perezosa en su casa, con todo el cuerpo cubierto de pez, y el gallo del pozo, al verla, se puso a gritar:
"¡Quiquiriquí,nuestra sucia doncella vuelve a estar aquí!"
La pez le quedó adherida, y en todo el resto de su vida no se la pudo quitar del cuerpo.

* * * FIN
(Trabajamos las letras L de lavanda, w de montaña wou, H de hogar, y Q de queso. y la N de madre Nieve)
(Trabajamos las letras L de lavanda, w de montaña wou, H de hogar, y Q de queso. y la N de madre Nieve)
4ª Parte

El príncipe y la mujer sabia se quedaron con la Dama durante varios días. Ella tenía muchas historias para compartir y el príncipe a menudo yacía a sus pies, masticando una brizna de hierba, mirando una hormiga que viaja a través del bosque de hojas de hierba mientras escuchaba.
Después de cada historia se sentía tan bien que le encantaba saltar y pedía le fuera  algo de trabajo: el cortó y la madera apilada,  cargaba con los cubos  de agua desde el pozo a la casa, reparaba las  cercas, e hizo muchos trabajos útiles mientras él se quedaba en la casa de la Señora.
Pronto, sin embargo,  era hora de irse.
"Ha sido un verdadero placer estar aquí," dijo el Príncipe.
"Es cierto", dijo la mujer sabia, "Muy cierto."
La dama llenó sus mochilas  de comida sabrosa y la pareja hizo un gesto de despedida a su paso.
 "Buen viaje a los dos," se despidió  la Dama observando  como el Príncipe y la mujer sabia desaparecían en la distancia.
Después de algún tiempo de viaje llegaron a un hermoso valle. En la parte inferior del gran valle había un pueblo. Desde donde estaban  se podía disfrutar de  una hermosa vista. Podían ver por millas a través del valle. Entraron en la aldea, encontraron una habitación para pasar la noche y se fueron a la mañana siguiente.
Pasaron varios días en cruzar este valle. Al tercer día llegaron a un grupo de árboles altos que crecen cerca de un lago. Estos eran los árboles más altos  que el Príncipe había visto! Se sentía diminuto al lado de ellos cuando él miraba a sus enormes ramas y  acariciaba y abrazaba los troncos.
El príncipe se recostó en un tronco hueco cuyas ramas formaban una T(T) con el tronco.
"Vamos a pasar la noche aquí, mujer sabia", dijo el príncipe. "Estoy cansado y confío dormiremos bien bajo estos árboles maravillosos."
Y durmieron bajo los árboles y las estrellas.
(Trabajamos la T).
A la mañana siguiente, el príncipe estaba demasiado cansado para continuar.
"¿Podemos quedarnos aquí por un día y descansar?", Preguntó. Él no gemía ni se quejaba, él simplemente hizo la pregunta.
La mujer sabia miró amablemente a él: "Usted ha aprendido mucho, mi príncipe."
Miró hacia fuera del tronco bajo el cual estaba recostado el príncipe
"Mira que hay en el río." Ella hizo un gesto en dirección al río.
"Cisnes!" Gritó el príncipe. "Seis cisnes!"
"Aaahhh, qué hermoso" se maravilló de la visión.
"Conozco una historia sobre seis cisnes. Déjame contártela ... ", dijo la mujer sabia.
 (Trabajamos la S de seis cisnes, y hacemos la estrella de A, y contamos la historia de los Seis cisnes.)
Los seis cisnes
Un cuento de los hermanos Grimm
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Hallándose un rey de cacería en un gran bosque, salió en persecución de una pieza con tal ardor, que ninguno de sus acompañantes pudo seguirlo. Al anochecer detuvo su caballo y dirigiendo una mirada a su alrededor, se dio cuenta de que se había extraviado y, aunque trató de buscar una salida no logró encontrar ninguna. Vio entonces a una vieja, que se le acercaba cabeceando. Era una bruja.- Buena mujer -le dijo el Rey-, ¿no podrías indicarme un camino para salir del bosque?.- Oh, si, Señor rey -respondió la vieja-. Si puedo, pero con una condición. Si no la aceptáis, jamás saldréis de esta selva. Y moriréis de hambre. - ¿Y qué condición es ésa? -preguntó el Rey.- Tengo una hija -declaró la vieja-, hermosa como no encontraríais otra igual en el mundo entero, y muy digna de ser vuestra esposa. Si os comprometéis a hacerla Reina, os mostraré el camino para salir del bosque. El Rey, aunque angustiado en su corazón, aceptó el trato, y la vieja lo condujo a su casita, donde su hija estaba sentada junto al fuego. Recibió al Rey como si lo hubiese estado esperando, y aunque el soberano pudo comprobar que era realmente muy hermosa, no le gustó, y no podía mirarla sin un secreto terror. Cuando la doncella hubo montado en la grupa del caballo, la vieja indicó el camino al Rey, y la pareja llegó, sin contratiempo, al palacio, donde poco después se celebró la boda.El Rey estuvo ya casado una vez, y de su primera esposa le habían quedado siete hijos: seis varones y una niña, a los que amaba más que todo en el mundo. Temiendo que la madrastra los tratara mal o llegara tal vez a causarles algún daño, los llevó a un castillo solitario, que se alzaba en medio de un bosque. Tan oculto estaba y tan difícil era el camino que conducía allá, que ni él mismo habría sido capaz de seguirlo a no ser por un ovillo maravilloso que un hada le había regalado. Cuando lo arrojaba delante de sí, se desenrollaba él solo y le mostraba el camino. Pero el rey salía con tanta frecuencia a visitar a sus hijos, que, al cabo, aquellas ausencias chocaron a la Reina, la cual sintió curiosidad por saber qué iba a hacer solo al bosque. Sobornó a los criados, y éstos le revelaron el secreto, descubriéndole también lo referente al ovillo, único capaz de indicar el camino. Desde entonces la mujer no tuvo un momento de reposo hasta que hubo averiguado el lugar donde su marido guardaba la milagrosa madeja. Luego confeccionó unas camisetas de seda blanca y, poniendo en práctica las artes de brujería aprendidas de su madre, hechizó las ropas. Un día en que el Rey salió de caza, cogió ella las camisetas y se dirigió al bosque. El ovillo le señaló el camino. Los niños, al ver desde lejos que alguien se acercaba, pensando que sería su padre, corrieron a recibirlo, llenos de gozo. Entonces ella les echó a cada uno una de las camisetas y, al tocar sus cuerpos, los transformó en cisnes, que huyeron volando por encima del bosque. Ya satisfecha regresó a casa creyéndose libre de sus hijastros. Pero resultó que la niña no había salido con sus hermanos, y la Reina ignoraba su existencia. Al día siguiente, el Rey fue a visitar a sus hijos y sólo encontró a la niña.- ¿Dónde están tus hermanos? -le preguntó el Rey.- ¡Ay, padre mío! -respondió la pequeña-. Se marcharon y me dejaron sola - y le contó lo que viera desde la ventana: cómo los hermanitos transformados en cisnes, habían salido volando por encima de los árboles; y le mostró las plumas que habían dejado caer y ella había recogido. Se entristeció el Rey, sin pensar que la Reina fuese la artista de aquella maldad. Temiendo que también le fuese robada la niña, quiso llevársela consigo. Más la pequeña tenía miedo a su madrastra, y rogó al padre le permitiera pasar aquella noche en el castillo solitario. Pensaba la pobre muchachita: "No puedo ya quedarme aquí; debo salir en busca de mis hermanos." Y, al llegar la noche, huyó a través del bosque. Anduvo toda la noche y todo el día siguiente sin descansar, hasta que la rindió la fatiga. Viendo una cabaña solitaria, entró en ella y halló un aposento con seis diminutas camas; pero no se atrevió a meterse en ninguna, sino que se deslizó debajo de una de ellas, dispuesta a pasar la noche sobre el duro suelo. Más a la puesta del sol oyó un rumor y, al mismo tiempo, vio seis cisnes que entraban por la ventana. Se posaron en el suelo y se soplaron mutuamente las plumas, y éstas les cayeron, y su piel de cisne quedo alisada como una camisa. Entonces reconoció la niña a sus hermanitos y, contentísima, salió a rastras de debajo de la cama. No se alegraron menos ellos al ver a su hermana; pero el gozo fue de breve duración. - No puedes quedarte aquí -le dijeron-, pues esto es una guarida de bandidos. Si te encuentran cuando lleguen, te matarán.- ¿Y no podríais protegerme? -preguntó la niña. - No -replicaron ellos-, pues sólo nos está permitido despojarnos, cada noche, que nuestro plumaje de cisne durante un cuarto de hora, tiempo durante el cual podemos vivir en nuestra figura humana, pero luego volvemos a transformarnos en cisnes. Preguntó la hermanita, llorando:- ¿Y no hay modo de desencantaros? - No -dijeron ellos-, las condiciones son demasiado terribles. Deberías permanecer durante seis años sin hablar ni reír, y en este tiempo tendrías que confeccionarnos seis camisas de velloritas. Una sola palabra que saliera de tu boca, lo echaría todo a rodar. Y cuando los hermanos hubieron dicho esto, transcurrido ya el cuarto de hora, volvieron a remontar el vuelo, saliendo por la ventana. Pero la muchacha había adoptado la firme resolución de redimir a sus hermanos, aunque le costase la vida. Salió de la cabaña y se fue al bosque, donde pasó la noche, oculta entre el ramaje de un árbol. A la mañana siguiente empezó a recoger velloritas para hacer las camisas. No podía hablar con nadie, y, en cuanto a reír, bien pocos motivos tenía. Llevaba ya mucho tiempo en aquella situación, cuando el Rey de aquel país, yendo de cacería por el bosque, pasó cerca del árbol que servía de morada a la muchacha. Unos monteros la vieron y la llamaron:- ¿Quién eres? -pero ella no respondió.- Baja -insistieron los hombres-. No te haremos ningún daño -. Más la doncella se limitó a sacudir la cabeza. Los cazadores siguieron acosándola a preguntas, y ella les echó la cadena de oro que llevaba al cuello, creyendo que así se darían por satisfechos. Pero como los hombres insistieran, les echó el cinturón y luego las ligas y, poco a poco, todas las prendas de que pudo desprenderse, quedando, al fin, sólo con la camiseta. Más los tercos cazadores treparon a la copa del árbol y, bajando a la muchacha, la condujeron ante el Rey, el cual le pregunto:- ¿Quién eres? ¿Qué haces en el árbol? -pero ella no respondió. El Rey insistió, formulando de nuevo las mismas preguntas en todas las lenguas que conocía. Pero en vano; ella permaneció siempre muda. No obstante, viéndola tan hermosa, el Rey se sintió enternecido, y en su alma nació un gran amor por la muchacha. La envolvió en su manto y, subiéndola a su caballo, la llevó a palacio. Una vez allí mandó vestirla con ricas prendas, viéndose entonces la doncella más hermosa que la luz del día. Más no hubo modo de arrancarle una sola palabra. Sentóla a su lado en la mesa y su modestia y recato le gustaron tanto, que dijo: - La quiero por esposa, y no querré a ninguna otra del mundo. Y al cabo de algunos días se celebró la boda.Pero la madre del Rey era una mujer malvada, a quien disgustó aquel casamiento, y no cesaba de hablar mal de su nuera. - ¡Quién sabe de dónde ha salido esta chica que no habla! -Murmuraba-. Es indigna de un Rey. Transcurrido algo más de un año, cuando la Reina tuvo su primer hijo, la vieja se lo quitó mientras dormía, y manchó de sangre la boca de la madre. Luego se dirigió al Rey y la acusó de haber devorado al niño. El Rey se negó a darle crédito, y mandó que nadie molestara a su esposa. Ella, empero, seguía ocupada constantemente en la confección de las camisas, sin atender otra cosa. Y con el próximo hijo que tuvo, la suegra repitió la maldad, sin que tampoco el Rey prestara oídos a sus palabras. Dijo:- Es demasiado piadosa y buena, para ser capaz de actos semejantes. Si no fuese muda y pudiese defenderse, su inocencia quedaría bien patente. Pero cuando, por tercera vez, la vieja robó al niño recién nacido y volvió a acusar a la madre sin que ésta pronunciase una palabra en su defensa, el Rey no tuvo más remedio que entregarla un tribunal, y la infeliz reina fue condenada a morir en la hoguera. El día señalado para la ejecución de la sentencia resultó ser el que marcaba el término de los seis años durante los cuales le había estado prohibido hablar y reír. Así había liberado a sus queridos hermanos del hechizo que pesaba sobre ellos. Además, había terminado las seis camisas, y sólo a la última le faltaba la manga izquierda. Cuando fue conducida la hoguera, se puso las camisas sobre el brazo y cuando, ya atada al poste del tormento, dirigió una mirada a su alrededor, vio seis cisnes, que se acercaban en raudo vuelo. Comprendiendo que se aproximaba el momento de su liberación, sintió una gran alegría. Los cisnes llegaron a la pira y se posaron en ella, a fin de que su hermana les echara las camisas; y no bien éstas hubieron tocado sus cuerpos, se les cayó el plumaje de ave y surgieron los seis hermanos en su figura natural, sanos y hermosos. Sólo al menor le faltaba el brazo izquierdo, sustituido por un ala de cisne. Se abrazaron y se besaron, y la Reina, dirigiéndose al Rey, que asistía, consternado, a la escena, rompiendo, por fin, a hablar, le dijo: - Esposo mío amadísimo, ahora ya puedo hablar y declarar que sido calumniada y acusada falsamente -y relató los engaños de que había sido víctima por la maldad de la vieja, que le había robado los tres niños, ocultándolos. Los niños fueron recuperados, con gran alegría del Rey, y la perversa suegra, en castigo, hubo de subir a la hoguera y morir abrasada. El Rey y la Reina, con sus seis hermanos, vivieron largos años en paz y felicidad.

* * * FIN * * *
Cuando la mujer sabia terminó, el príncipe se apoyó en su árbol y suspiró.
 "Aaahhh. ¡Qué maravillosa historia. ¿Qué cisnes maravilloso ", se maravilló.
"Aaahhh", dijo la mujer sabia. Metió la mano en su bolsa y sacó una tercera estrella de oro.
"Esta es la estrella de la maravilla . Aaahhh, "ella respiró. "Mantenga esta cerca de su corazón."
"Aaahhh," respirado el príncipe y él tomó su tercera estrella de oro y se lo metió en forma segura en su bolsillo de la camisa, cerca de su corazón.
El príncipe y la mujer sabia continuaron su viaje. Cuando llovía se refugiaron bajo los árboles o en cuevas entre las rocas. A veces se encontrará con una cabaña en el bosque donde vivía un leñador y se quedarían con él durante un día o dos, compartiendo sus restos de comida y la riqueza de sus historias.
Vieron muchas vistas maravillosas mientras caminaban. Escarpadas montañas majestuosas, profundos ríos solemnes y prados de hierba de ancho salpicadas de flores hicieron su viaje interesante. Se reunieron de frutas, nueces, raíces y hojas, mientras caminaban y la mujer sabia dijo el Príncipe todo sobre las plantas que podrían ayudar y las plantas que podrían causarle lesiones. Escuchó cada palabra que ella dijo y se convirtió en experto en recordar las lecciones que le enseñó.
Su viaje los llevó más allá de muchos animales. Ciervos tímidos salieron del bosque y pequeños conejos saltaron junto a ellos. Una vez que vieron un zorro madre que yace fuera de su guarida viendo sus cachorros mientras jugaban y cayeron unos sobre otros.  Aparecieron Aguilas volando por encima de ellos y los pequeños pájaros cantores hacían música para alegrar los corazones del Príncipe y la Mujer sabia mientra  iban por el camino.
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Pasando fuera de peligro, llegaron a la orilla de un lago a lo lejos vieron un Flamenco  precioso y allí cerca de ellos estaba un gran oso marrón!
"Sshhh," susurró la mujer sabia. "Vamos a ver lo que está haciendo!" Se agacharon en algunas zarzas y vigilaban.
El oso se acercó a la orilla del lago, viendo algo en el agua. De repente el oso  levanto su pata y con sus zarpas   golpeó en el agua y  un gran, enorme pez voló por los aires, el pez brillaba como la plata y el oro en la luz del sol. El oso no consiguió  sujetar los peces, y con un resbalón  se hundió en el agua.
El oso gruñó enfadado y  los dos bebes cachorros de oso salieron  de unos arbustos. Ellos, también eran marrones como su madre.
El príncipe y la mujer sabia habían visto los osos jugar y como se divertían en el lago. La madre parecía olvidarse de la pesca y se acurrucó para una siesta. Los dos pequeños jugaban en el agua. De repente dejaron de jugar y miraron hacia unos arbustos a través del agua. El príncipe se inclinó fuera de su escondite para ver lo que estaban sucediendo, un ciervo y su cervatillo habían pisado una rama. Pero los ciervos  debían haber olido a los osos porque ellos huyeron   de nuevo hacia el bosque. Su cervatillo hizo una pausa y miró por encima de su espalda hacia los cachorros de oso. Él no mostró ningún miedo al mirar a los osos.
Los cachorros, excitados por la visión del cervatillo, se empujaban unos a otros - y uno salió rodando hasta el agua profunda! Él flotó por un momento, y luego desapareció.
"Uhhh", gritó el príncipe, "Pobre oso bebé qué va a pasar?"
Pero Mamá Osa fue en un instante y ya se había hundido en el agua. Buceo debajo, ella agarró su cachorro en la boca y lo llevó hasta la orilla. Lo dejo caer y luego sacudió toda el agua de su abrigo. Él estaba muy bien! Después de su madre, los cachorros desaparecieron de nuevo en el bosque. Al otro lado del lago también habían desaparecido los ciervos y su cervatillo.
"Uuuuh", dijo la mujer sabia en voz baja. "Estabas preocupado por el cachorro de oso."
"Uuuuh - Pensé que el cachorro se perdería bajo el agua", dijo el príncipe.
La mujer sabia metió la mano en su bolsa y sacó la cuarta estrella dorada.
"Esta estrella es por la preocupación que sintió. Uuuuu, "murmuró. "Mantenga esta cerca de su corazón."
"Uuuuu," murmuró el príncipe y él tomó su cuarta estrella de oro y se lo metió en forma segura en su bolsillo de la camisa, cerca de su corazón.
(Trabajamos la B de Bebe Oso, La F de flamenco y hacemos la estrella de la U.)
5ª parte
El príncipe y la mujer sabia seguían caminando. Hablaron de sus casas y cómo eran. El príncipe habló con cariño sobre la Reina su madre, acerca de lo tranquila que era  y de cómo a ella le gusta hacer edredones. Él habló de su padre el rey, lo amable que era y lo que él amaba a su reino.
La mujer sabia hablo un poco acerca de su casa,  sobre su caballo blanco y  de las  Olas  del mar azul profundo.
"Nunca vamos a ir a casa?", Preguntó el príncipe.
Dejó de caminar. "¿Verdad?"
"A veces un viaje es muy corto. ¿Te acuerdas de la historia que la Virgen nos ha contado acerca de la Madre Nieve? La chica de oro de corazón tuvo un viaje bastante  corto para encontrar su recompensa, ¿no? Y su hermana sin corazón tuvo un viaje aún más corto! "La mujer sabia sonrió al príncipe. "Pero otros viajes son muy largos. ¿Te acuerdas de la historia de los seis cisnes? su hermana tenía que ser tan valiente y tan Paciente. Su viaje duró mucho, mucho tiempo ".
"Sí", dijo el Príncipe, "y estoy empezando a pensar que mi viaje es muy largo también." Suspiró.
"Quiero decirle a usted acerca de otra persona que tuvo un largo viaje, una larga espera ..."
[Cuente la historia de Rapunzel]
Rapunzel
Un cuento de los hermanos Grimm
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Había una vez un hombre y una mujer que vivían solos y desconsolados por no tener hijos, hasta que, por fin, la mujer concibió la esperanza de que DiosNuestro Señor se disponía a satisfacer su anhelo. La casa en que vivían tenía en la pared trasera una ventanita que daba a un magnífico jardín, en el que crecían espléndidas flores y plantas; pero estaba rodeado de un alto muro y nadie osaba entrar en él,ya que pertenecía a una bruja muy poderosa y temida de todo el mundo. Un día asomóse la mujer a aquella ventana a contemplar el jardín, y vio un bancal plantado de hermosísimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que despertaron en ella un violento antojo de comerlas. El antojo fue en aumento cada día que pasaba, y como la mujer lo creía irrealizable, iba perdiendo la color y desmirriándose, a ojos vistas. Viéndola tan desmejorada, le preguntó asustado su marido: "¿Qué te ocurre, mujer?" - "¡Ay!" exclamó ella, "me moriré si no puedo comer las verdezuelas del jardín que hay detrás de nuestra casa." El hombre, que quería mucho a su esposa, pensó: "Antes que dejarla morir conseguiré las verdezuelas, cueste lo que cueste." Y, al anochecer, saltó el muro del jardín de la bruja, arrancó precipitadamente un puñado de verdezuelas y las llevó a su mujer. Ésta se preparó enseguida una ensalada y se la comió muy a gusto; y tanto le y tanto le gustaron, que, al día siguiente, su afán era tres veces más intenso. Si quería gozar de paz, el marido debía saltar nuevamente al jardín. Y así lo hizo, al anochecer. Pero apenas había puesto los pies en el suelo, tuvo un terrible sobresalto, pues vio surgir ante sí la bruja. "¿Cómo te atreves," díjole ésta con mirada iracunda, "a entrar cual un ladrón en mi jardín y robarme las verdezuelas? Lo pagarás muy caro." - "¡Ay!" respondió el hombre, "tened compasión de mí. Si lo he hecho, ha sido por una gran necesidad: mi esposa vio desde la ventana vuestras verdezuelas y sintió un antojo tan grande de comerlas, que si no las tuviera se moriría." La hechicera se dejó ablandar y le dijo: "Si es como dices, te dejaré coger cuantas verdezuelas quieras, con una sola condición: tienes que darme el hijo que os nazca. Estará bien y lo cuidaré como una madre." Tan apurado estaba el hombre, que se avino a todo y, cuando nació el hijo, que era una niña, presentóse la bruja y, después de ponerle el nombre de Verdezuela; se la llevó.

Verdezuela era la niña más hermosa que viera el sol. Cuando cumplió los doce años, la hechicera la encerró en una torre que se alzaba en medio de un bosque y no tenía puertas ni escaleras; únicamente en lo alto había una diminuta ventana. Cuando la bruja quería entrar, colocábase al pie y gritaba:
"¡Verdezuela, Verdezuela,Suéltame tu cabellera!"
Verdezuela tenía un cabello magnífico y larguísimo, fino como hebras de oro. Cuando oía la voz de la hechicera se soltaba las trenzas, las envolvía en torno a un gancho de la ventana y las dejaba colgantes: y como tenían veinte varas de longitud, la bruja trepaba por ellas.

Al cabo de algunos años, sucedió que el hijo del Rey, encontrándose en el bosque, acertó a pasar junto a la torre y oyó un canto tan melodioso, que hubo de detenerse a escucharlo. Era Verdezuela, que entretenía su soledad lanzando al aire su dulcísima voz. El príncipe quiso subir hasta ella y buscó la puerta de la torre, pero, no encontrando ninguna, se volvió a palacio. No obstante, aquel canto lo había arrobado de tal modo, que todos los días iba al bosque a escucharlo. Hallándose una vez oculto detrás de un árbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oyó que gritaba, dirigiéndose a o alto:
"¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!"
Verdezuela soltó sus trenzas, y la bruja se encaramó a lo alto de la torre. "Si ésta es la escalera para subir hasta allí," se dijo el príncipe, "también yo probaré fortuna." Y al día siguiente, cuando ya comenzaba a oscurecer, encaminóse al pie de la torre y dijo:
"¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!"
Enseguida descendió la trenza, y el príncipe subió.

En el primer momento, Verdezuela se asustó Verdezuela se asustó mucho al ver un hombre, pues jamás sus ojos habían visto ninguno. Pero el príncipe le dirigió la palabra con gran afabilidad y le explicó que su canto había impresionado de tal manera su corazón, que ya no había gozado de un momento de paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al escucharlo perdió Verdezuela el miedo, y cuando él le preguntó si lo quería por esposo, viendo la muchacha que era joven y apuesto, pensó, "Me querrá más que la vieja," y le respondió, poniendo la mano en la suya: "Sí; mucho deseo irme contigo; pero no sé cómo bajar de aquí. Cada vez que vengas, tráete una madeja de seda; con ellas trenzaré una escalera y, cuando esté terminada, bajaré y tú me llevarás en tu caballo." Convinieron en que hasta entonces el príncipe acudiría todas las noches, ya que de día iba la vieja. La hechicera nada sospechaba, hasta que un día Verdezuela le preguntó: "Decidme, tía Gothel, ¿cómo es que me cuesta mucho más subiros a vos que al príncipe, que está arriba en un santiamén?" - "¡Ah, malvada!" exclamó la bruja, "¿qué es lo que oigo? Pensé que te había aislado de todo el mundo, y, sin embargo, me has engañado." Y, furiosa, cogió las hermosas trenzas de Verdezuela, les dio unas vueltas alrededor de su mano izquierda y, empujando unas tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar de ojos cerrar de ojos se las cortó, y tiró al suelo la espléndida cabellera. Y fue tan despiadada, que condujo a la pobre Verdezuela a un lugar desierto, condenándola a una vida de desolación y miseria.

El mismo día en que se había llevado a la muchacha, la bruja ató las trenzas cortadas al gancho de la ventana, y cuando se presentó el príncipe y dijo:
"¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!"
la bruja las soltó, y por ellas subió el hijo del Rey. Pero en vez de encontrar a su adorada Verdezuela hallóse cara a cara con la hechicera, que lo miraba con ojos malignos y perversos: "¡Ajá!" exclamó en tono de burla, "querías llevarte a la niñabonita; pero el pajarillo ya no está en el nido ni volverá a cantar. El gato lo ha cazado, y también a ti te sacará los ojos. Verdezuela está perdida para ti; jamás volverás a verla." El príncipe, fuera de sí de dolor y desesperación, se arrojó desde lo alto de la torre. Salvó la vida, pero los espinos sobre los que fue a caer se le clavaron en los ojos, y el infeliz hubo de vagar errante por el bosque, ciego, alimentándose de raíces y bayas y llorando sin cesar la pérdida de su amada mujercita. Y así anduvo sin rumbo por espacio de varios años, mísero y triste, hasta que, al fin, llegó al desierto en que vivía Verdezuela con los dos hijitos los dos hijitos gemelos, un niño y una niña, a los que había dado a luz. Oyó el príncipe una voz que le pareció conocida y, al acercarse, reconociólo Verdezuela y se le echó al cuello llorando. Dos de sus lágrimas le humedecieron los ojos, y en el mismo momento se le aclararon, volviendo a ver como antes. Llevóla a su reino, donde fue recibido con gran alegría, y vivieron muchos años contentos y felices.

* * * FIN * * *


De momento hemos trabajado  hasta aquí. Pronto traeré el resto de la historia.








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1 comentario:

  1. Hola! Qué placer encontrar alguien que desee compartir estas historias, este año planeo implementar en educación pública los elementos que pueda de la filosofía de Steiner, sin ser docente Waldorf, por lo que toda planificación que modele mis prácticas son festejadas. Muchas gracias!

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