Un articulo de www.saberalternativo.es : El programa Waldorf para la primera infancia LOS TALLERES de juego o jardines de infancia donde se desarrollan los programas Waldorf proporcionan un entorno cálido, basado en la comprensión de las necesidades especiales del desarrollo de los niños menores de 7 años. Estos programas se inspiran en entornos hogareños, positivos; y al haber niños de distintas edades se asemejan más a una gran familia. Los niños mayores ayudan a los más pequeños y les sirven de modelo, mientras que estos aportan dulzura al comportamiento de los mayores. Como las presiones del mundo actual suelen hacer imposible la permanencia de los niños en casa, los jardines de infancia o talleres de juego son una necesidad para los padres. A menudo, asumen la tarea adicional de curar los efectos perniciosos en los pequeños de nuestra sociedad altamente tecnificada. | ||
Las mañanas se dedican al juego creativo, las actividades artísticas, los cuentos, las canciones, las rimas y los juegos de dedos, el desayuno y a jugar en el jardín. En un taller de juegos o jardín de infancia Waldorf no se realiza una enseñanza intelectual directa. No hay ejercicios de lectura ni de matemáticas; tampoco se emplean formas ni pesos para enseñar conceptos como “triángulo” o “pesado” y “ligero”. Se permite que los niños asimilen el mundo a través de los sentidos y que participen en él con el movimiento, la confección de objetos y el juego. Se reconoce que una de las tareas de la temprana infancia es el dominio sano de las habilidades corporales. Los juegos de dedos y de movimiento ayudan a desarrollar la capacidad de coordinación y contribuyen a la formación del habla. Así mismo pueden constituir la base del posterior aprendizaje de las matemáticas, gracias a la combinación de los movimientos corporales con el compás rítmico, que crea en el cuerpo una base valiosa para los números y el ritmo.
Las etapas del desarrollo ni se saltan ni se precipitan. Se confía en el desarrollo de los niños de acuerdo con las pautas de la naturaleza, teniendo en cuenta y respetando la individualidad de cada uno. El entorno es muy importante para los pequeños, por eso se hace un gran esfuerzo por crear ambientes cálidos y acogedores. El centro se decora con elementos de la estación del año y una mesa de naturaleza con duendes, hadas, flores, frutos y ramas adornadas. Esta atención por los detalles y la belleza se refleja en el ánimo de los niños y en la calidad de sus juegos. Los juguetes son de materiales naturales y están dispuestos en las zonas de actividades o formando pequeñas escenas que invitan a la participación imaginativa. Como el educador es un ejemplo constante para los niños, tiene que poner un cuidado especial en la calidad de sus movimientos y en el tono de su voz. Hace muchas cosas con los niños, prepara el desayuno, les cuenta cuentos, dirige los juegos de corros, etc., pero también hace mucho simplemente estando allí, siendo como es. Tiene que procurar aparcar sus problemas personales e inquietudes emocionales, para estar lo más presente y lúcido posible cuando está con los niños. Está pendiente de todo, vive el momento presente, no piensa en otras cosas, está allí con y para los pequeños. El trabajo con niños consiste más en estar que en hacer.
Es muy difícil simplificar las cosas. Solemos pensar que debemos estimular a los niños y ofrecerles cosas, cuando nuestra tarea más difícil consiste en ofrecerles un espacio donde puedan ser ellos mismos, como crecer, vivir el mundo y probar sus realidades y actividades con la asistencia y la protección de los adultos. La actitud cálida y afectuosa de la maestra o educadora crea una atmósfera serena y saludable para los pequeños. Así la describe el pedagogo Rudolf Stainer, creador de
“La alegría que siente el niño en y con su entorno es una de las fuerzas que construyen y moldean sus órganos físicos. Necesitas estar rodeado de personas alegres y bondadosas y sobre todo de un amor honesto y desinteresado. Podríamos decir que colma de calor el entorno físico del niño, “incuba” las formas de sus órganos corporales. El niño que vive en un entorno de amor y calidez rodeado de buenos ejemplos a imitar, vive en su elemento. Por tanto, debemos abstenernos de hacer en su presencia cosas que él no debe imitar.”
Stainer puso énfasis en el juego creativo, la imaginación, la imitación, los juegos de movimiento y de dedos, las manualidades y las actividades artísticas hasta que el cuerpo físico esté más desarro- llado, y, en la energía necesaria para que ese intenso crecimiento inicial quede libre para formar imágenes mentales y potenciar la memoria, por lo que no debemos apelar directamente al intelecto del niño, sino a estimular su aprendizaje a través de las vivencias directas y de la imitación.
La experiencia del color
Los niños tienen una capacidad artística natural que puede verse mermada o impedida por actividades inadecuadas. Ayudar a los niños a desarrollar sus capacidades artísticas es hacerles un gran regalo, ya que así mantendrán cuando sean mayores una relación viva con el color, sabrá apreciar el juego de luces y sombras con mirada sensible y se sentirá seguro a la hora de expresarse a través de un medio artístico disfrutando del proceso. Los niños aman los colores y se identifican con aquellos que los rodean. Los colores también afectan mucho a sus sentimientos y, mientras algunos les provocan un estado de bienestar, otros les sugieren sensaciones incómodas. Los niños son mucho más receptivos que los adultos, y su experiencia del color, mucho más intensa, están abiertos a la influencia de los colores de su entorno y por eso es importante crear ambientes que reflejen su sensibilidad respecto a las cualidades artísticas: los colores, las formas, los adornos de la pared, los sonidos y los juguetes. Así ejerceremos un efecto más profundo que la “formación artística”, que se les da en unos cursos de pocas horas. Es apropiado que expongamos a los niños a actividades como la pintura con acuarela y pastel, y el dibujo con lápices y ceras de colores, para que vivan con intensidad la experiencia del color y no lo vean como una “lección” que les impulsa a imitar a los adultos o a lograr un producto o forma final predeterminada. Estas experiencias artísticas son valiosas tomas de contacto con el color para los niños. Una de las mejores experiencias para el niño pequeño es pintar con acuarelas sobre papel húmedo.
En el próximo número seguiremos ampliando estos temas.
http://www.saberalternativo.es/spa/espiritualidad.asp?var1=&var2=El%20programa%20Waldorf%20para%20la%20primera%20infancia&nar1=&nar2=287
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Autor: Brincadeira - Teresa Aguilar |
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sábado, 17 de noviembre de 2012
El programa waldorf para el jardín de infancia
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